Antonio Ramiro
Chico,
Cronista de la
Puebla y Villa de Guadalupe
“No temas que soy la Madre de Dios,
salvador del linaje humano…Y cuando la sacaren diles [a
los clérigos] que no la muden ni lleven de
este lugar donde ahora estás… Ca tiempo vendrá en que este lugar se haga una
iglesia y casa muy notable y pueblo asaz grande”.
Éste es el mensaje o
profecía que Nuestra Señora Santa María de Guadalupe le comunicó al pastor Gil
Cordero cuando se le apareció junto al río Guadalupe y que durante ocho siglos
ha permanecido inalterable para todos aquellos que han creído sin ver.
Dogma de fe para los cristianos y guadalupenses, como así
han sido reconocidas sus apariciones por la santa Madre Iglesia desde el siglo
XIV, cuya iglesia parroquial, santuario nacional desde 1340, se levantó en
tierras de Talavera, bajo la tutela de la Archidiócesis Primada de Toledo, en
la que permanece su parroquia a pesar de todos los acontecimientos que ha
vivido dicho santuario en estos ocho siglos de historia.
Hallazgo de Santa María de Guadalupe, junto al río Guadalupe. Pedro José de Uceda. Siglo XVIII |
Según su propia leyenda, los primeros que tratan de hacerse
cargo de dicha imagen de Guadalupe, son los propios clérigos de Cáceres, que al
descubrir la talla románica allí escondida, sintieron la atracción filial de la
presencia de María, por lo que el pastor tuvo que manifestarles lo que la
Virgen le había encomendado, cuando llega a su casa en Cáceres y ve a su esposa
en un mar de lágrimas por la muerte de su querido hijo, le abrazó y lleno de la
paz interior, le dijo que la Señora se lo daría vivo y sano como así fue. La
respuesta del hijo al despertad de aquel sueño profundo fue generosa y de total
servicio: “Señor padre, aderezad y vamos para Santa María de Guadalupe”.
De esta forma se inicia la
peregrinación a Guadalupe y allí donde encontraron su imagen bendita, siguiendo
los deseos de la Madre de Dios, levantaron una pequeña iglesia, que al estar en
tierras de Talavera, ésta quedó sujeta al curato de Alía, por estar dentro de
la Archidiócesis de Toledo, cuyo primer custodio fue Pedro García, escolástico
de Toledo. Esto no fue imposición de nadie sino deseo de la Madre de Dios.
Por tanto, no es cuestión de privilegios y patronazgo, sino
cuestión de fe y no es que Gil Cordero dudara de la verdad revelada. ¡Dichosos
los que creen sin haber visto! Guadalupe es verdad revelada y para encontrarla
hay que caminar hasta aquí donde ella quiso establecer su santa casa en las
Villuercas, hoy corazón de Extremadura, como dijo en 1928 nuestro paisano,
Antonio Reyes Huertas, para proyectar su protección y gracias a través de esa Iglesia
Primada de Toledo, a todo el mundo como Patrona de Extremadura y Reina de las
Españas, tal como reconoció san Juan Pablo II, el 4 de noviembre de 1982,
cuando peregrino se confesó en voz alta y dijo: “Antes de ir a Guadalupe de
Méjico [donde realizó su primer viaje apostólico] se debería llegar aquí”.
La fe en este caso ha sido corroborada por la historia. El
primer documento histórico que hace mención a esta realidad geográfica y
eclesiástica de Guadalupe es de 1326, firmado y sellado nada menos que por 19 prelados (2 patriarcas, 2 arzobispos y
15 obispos). Se trata de un testimonio episcopal de concesión de indulgencia
para animar a los fieles a visitar “ecclesia beate et gloriose Semper Virginis
Marie de Guadalupe”, dado en la sede de Avignon y que tiene que ver con el rey
Alfonso XI y el scolasticus de Toledo, Pedro Gómez Barroso, quien en 1327 fue
nombrado cardenal de España, y en 1340 se hará cargo de la rectoría del santuario,
que ya goza de fama universal, como lugar de peregrinación y por sus constantes
milagros y favores que obra la Madre de Dios en este lugar.
El propio Alfonso XI confió a Nuestra Señora de Guadalupe la
batalla del Salado y conseguida la victoria, el propio rey firma desde Cadalso,
el 25 de diciembre de 1340, dos nuevas gracias para el santuario: El Priorato
secular, que pide sea instituido canónicamente y el Patronato real para el que
solicita el reconocimiento de la autoridad diocesana, que se produce cuando don
Gil de Albornoz, arzobispo de Toledo, reconoció en carta fechada el 6 de enero
de 1341, dicho priorato secular del santuario y el patronato a favor de Alfonso
XI y de sus sucesores, e instituyó a don Pedro Gómez Barroso como primer prior
secular.
Lo mismo ocurriría con los otros tres priores seculares:
Toribio Fernández de Mena (1348-1367)sacerdote toledano y artífice de la
fortaleza de Guadalupe; Diego Fernández (1367-1383), deán de Toledo; Juan
Serrano (1383-1389), capellán real de Toledo, canciller del rey y obispo de
Segovia. Durante este tiempo creció como río caudaloso la devoción a Nuestra
Señora en el Reino de Castilla, por lo que en 1383 el arzobispo de Toledo, don
Pedro Tenorio mandó construir el Puente del Arzobispo sobre el Tajo “a
reverencia y honor de Santa María de Guadalupe”.
Coronación canónica de Santa María de Guadalupe, por el Rey Alfonso XIII y el Cardenal Segura.12.10.1928 |
Con la llegada de la Orden de San Jerónimo y la institución
del Priorato regular (1389-1835) Juan I de Castilla entregaba al monasterio en
la persona de Fray Fernando Yáñez y de sus sucesores cuanto pertenecía al santuario
y le habían entregado los reyes sus predecesores, junto con los términos y el
señorío de mero y mixto imperio sobre la Puebla de Guadalupe.
De la misma forma don Pedro Tenorio, a la sazón arzobispo de
Toledo, en cuya jurisdicción estaba establecido el santuario y parroquia otorgó
su pleno consentimiento en carta firmada en Alcalá de Henares, el 1 de
septiembre de 1389, confiriendo a don Juan Serrano, último prior secular poder
para entregar el santuario con su parroquia y bienes a la Orden Jerónima, hecho
que se produjo el 23 de octubre, alzándose así en Monasterio durante 446 años.
De esta forma se llevaba a cabo la reforma eclesiástica
promovida por Juan I y su hábil consejero Pedro Tenorio, sin renunciar en
ningún momento a sus derechos como ordinario de lugar de la Parroquia-Santuario
de Santa María de Guadalupe y al mismo tiempo sin contravenir el mensaje
guadalupense. Periodo de mayor esplendor del monasterio.
Con la llegada del llamado Trienio Liberal (1820-1823) se
abordó de nuevo la reforma agraria liberal, que suponía la abolición de los
señoríos, desvinculación y desamortización, y aunque Guadalupe se resistió, en
1822 durante la segunda exclaustración, los monjes partieron hacia el Escorial
y entonces, la parroquia y el santuario pasó de nuevo a manos del Arzobispo de
Toledo, en la persona de Agustín Castellón, cura ecónomo, el 3 de noviembre de
1822. Ello supuso el declive del monasterio. Los daños fueron irreparables,
tanto en el orden artístico, social y religioso.
Con la restauración absolutista de Fernando VII, la
comunidad jerónima de Guadalupe regresó a su monasterio (1823) y se hizo cargo
de nuevo del Monasterio y de su parroquia-santuario, aunque ya la vida monacal
estaba herida de muerte, cuya puntilla final llegó el 18 de septiembre de 1835,
cuando la Intendencia de Badajoz, que formaba parte de la Capitanía General de
Extremadura incautó todos los bienes del santuario-monasterio y expulsó a los
monjes de su mansión, quedando únicamente al cargo Fray Cenón de Garbayuela,
último prior regular jerónimo, como cura párroco, hasta que el Arzobispo de
Toledo nombrara a sus sustitutos. Esto ocurría solamente dos años después de
que la Puebla y Villa de Guadalupe se incorporara administrativamente a la
provincia de Cáceres (1833).
Durante este periodo de la exclaustración (1835-1908) 11
sacerdotes diocesanos de Toledo rigieron la parroquia-santuario hasta el 7 de
noviembre de 1908, que marca el comienzo de la presencia de la Orden
Franciscana en Guadalupe. Fue durante este periodo, el 20 de marzo de 1907,
cuando san Pío X a través del rescripto “Beatissimam
Virginem Dei Genitricem Mariem”, declara a Nuestra Señora Santa María de
Guadalupe Patrona principal de toda Extremadura, atendiendo así la Santa Sede a
la petición llevada a cabo por los obispos de Toledo, Coria, Badajoz, Plasencia,
Ávila, Córdoba y Ciudad Rodrigo y el clamor de sus fieles.
Como había ocurrido con los Jerónimos, la llegada de los
nuevos custodios, la Orden Franciscana, se llevó a cabo con la anuencia del rey
Alfonso XIII, en representación del Gobierno de España, que firmó la Real Orden
de 20 de mayo de 1908; la autoridad papal de Pío X, con el rescripto de la
Santa Sede, de 1 de agosto; la aceptación del Ministro General de la Orden
Franciscana, de 8 de agosto y la aquiescencia del Cardenal Arzobispo de Toledo,
de 3 de noviembre. Actores todos ellos de la realidad de este Real
Santuario-Parroquia Regular de Santa
María de Guadalupe, que ante cualquier estatus de cambio deberían al menos ser
consultados todos estos actores igual que su propia feligresía, cosa que hasta
ahora no ha sucedido.
Juan Pablo II peregrino en Guadalupe. 4.11.1982 |
Su condición extremeña, también le viene innata desde el
momento de su aparición, por ser ambas realidades producto de la reconquista y desde el instante que Alfonso XI señala términos territoriales (1337) de Talavera y Trujillo, aunque
no sería hasta el 30 de noviembre de 1833, cuando Jaime de Burgos lleva a cabo
una nueva división provincial y regional de España, que ya había estado vigente,
en parte, en el Trienio Liberal de 1822. Desde este momento la Puebla y Villa
de Guadalupe pasará a formar parte de la provincia de Cáceres y de la región de
Extremadura, no así su parroquia-santuario, que seguirá eclesiásticamente
perteneciendo a la Archidiócesis Primada de Toledo, cumpliendo así con el
mandato recibido desde su aparición en estas sierras de Guadalupe.
Este hecho posibilitará a los extremeños poderla elegir como
principal Patrona de la Región de Extremadura (1907), lo que no supone ningún
derecho sobre la imagen titular, sino que la reconocen como su verdadera
protectora, como así lo recoge el rescripto pontificio Beatissimam Virginem, de 20 de marzo de 1907, concediéndola oficio
y misa propios, que celebró el clero secular guadalupense con la dicha fiesta
litúrgica, por primera vez en la tradicional novena de septiembre de 1907, de
acuerdo con la Junta regional -creada por el cardenal Sancha y Hervás y
presidida por Peris Mencheta, obispo de Coria-, elaborando un amplio programa
con solemnes cultos en el que se incluyeron peregrinaciones diocesanas,
predicadores diocesanos, así como otros actos folclóricos y literarios, que sin
lugar a dudas enriqueció a este Santuario Nacional. Práctica que la Comunidad
Franciscana, que es quien custodia el Monasterio y la Parroquia-Santuario de
Santa María de Guadalupe ha venido haciendo a partir de don Marcelo González
Martín (1978), al igual que con los obispos extremeños, que desde la creación
de la Provincia Eclesiástica de Mérida-Badajoz (1994), preside todos los años
su arzobispo la celebración litúrgica del Patronato sobre toda la región
extremeña, el 6 de septiembre y de igual forma ha hecho con las autoridades civiles
regionales. Ello ha contribuido a potenciar la Fiesta Popular de Nuestra
Señora, así como su tradicional novena, haciendo de este Santuario casa común
de extremeños, toledanos, ciudad-realeños y andaluces. Sumemos, no empobrezcamos
dicha realidad, la Iglesia y el amor de Cristo es universal.
A partir del 26 de febrero de 1983 Extremadura se convirtió
en Comunidad Autónoma, según su propia ley orgánica de 1/83 de 25 de febrero
del Estatuto de Autonomía. Este acontecimiento posibilitó a la región la
elección del Día de Extremadura en 1985, que por designación de la mayoría de
la Cámara, fue elegido el 8 de septiembre, Fiesta Popular de Santa María de
Guadalupe, “por el arraigo popular y por
la dimensión cultural e histórica que tiene”, aunque hubo algunas voces
críticas que interpelaron a Juan Carlos Rodríguez Ibarra, entonces Presidente
de la Junta de Extremadura, diciéndole “que si se la había aparecido la Virgen
de Guadalupe” y que votaron, por tanto, en contra.
Celebración de la creación de la Provincia Eclesiástica de Mérida-Badajoz. Mérida, 1994 |
A partir de este momento, comenzó un movimiento político
regionalista reivindicando que la Virgen de Guadalupe pasara a integrarse en
una diócesis extremeña, no así las otras 30 parroquias de la Archidiócesis de
Toledo que también están en la región extremeña, de las que apenas se habla.
Dicha petición se reactivó de nuevo a partir del 28 de julio de 1994, con la
creación de la Provincia Eclesiástica de Mérida-Badajoz, en las que están
integradas las diócesis de Coria-Cáceres y Plasencia, que han hecho de este
tema causa recurrente, a sabiendas de que pastoralmente dichas parroquias todas
están bien atendidas por sus respectivos
párrocos y la gran mayoría de ellas prefieren seguir dependiendo de la diócesis
Primada. Por otra parte, la Provincia Eclesiástica de Mérida-Badajoz también
tiene otros 20 pueblos que pertenecen al arciprestazgo de Béjar, administrativamente
a Salamanca y de los cuales tampoco se dice nada.
El día 27 de
diciembre, en vísperas de los Santos Inocentes, la Conferencia Episcopal
Española, siguiendo el comunicado del la Nunciatura Apostólica, nos anunciaba
gozosa, como no puede ser de otra forma, la llegada del nuevo Arzobispo de
Toledo, monseñor Francisco Cerro Chaves
(Malpartida de Cáceres, 1957), obispo de Coria-Cáceres, siguiendo así los pasos
de aquel prócer y príncipe de la Iglesia, Pedro Segura y Sanz (Carazo (Burgos),
1880-1957), que junto con el Rey Alfonso
XIII redimieron a las Hurdes de su ancestral retraso y a la Virgen de
Guadalupe, le devolvieron con su coronación canónica, como Reina de las Españas (Hispaniarum
Regina) el papel que la historia
le había asignado como elemento de unidad dentro de la Nación Española y como
el mayor símbolo de la Evangelización en el Nuevo Mundo, como así lo reconoció
san Juan Pablo II y la propia UNESCO.
La Virgen de Guadalupe en Roma con sus obispos pueblo, Caballeros y Damas. Roma, 2007 |
Sus palabras han causado en la feligresía de Guadalupe, un
hondo pesar por sentirse en cierta manera repudiada por su propio pastor
diocesano, que siempre ha sentido la cercanía y el calor de la Madre Iglesia
Primada de Toledo, cuyos pastores han sido fieles defensores de la devoción de
la Virgen de Guadalupe como Patrona de Extremadura y como Reina de las Españas,
especialmente en los momentos más difíciles de la historia de esta parroquia-santuario,
manteniendo siempre la llama viva de la fe guadalupense y gracias a ellos se ha
mantenido parte del patrimonio que hoy atesora Guadalupe.
Religión Confidencia digital, que ya anunció en octubre de 2019 la noticia de don Francisco Cerro da el diagnóstico certero sobre el asunto: “sabe que las diócesis extremeñas no cuentan con suficiente clero ni medios económicos para hacerse cargo de la demarcación de Guadalupe (debería decir de Toledo), pero las reivindicaciones políticas se están imponiendo en la realidad eclesial” (28.XII.2019).
Esto
quizás nos suene a algunos. Todos tenemos en mente a Cataluña y el país Vasco,
donde el nacionalismo cada vez va ganando mayor protagonismo. ¿Alguien se
acuerda de sus orígenes?
Como
guadalupense, extremeño y español no quiero contribuir a que nuestra región
ponga los cimientos de esta lacra, aunque que sea bajo el pretexto de la Virgen
de Guadalupe, que desde su origen y aparición manifestó que no la mudasen del lugar
donde se había aparecido.
¿Si
la Parroquia-Santuario de la Puebla y Villa pasa a una diócesis extremeña su
patrimonio artístico lo podrá reclamar Castilla La Mancha? Precedentes ya
existen. Aragón ya ha conseguido que Cataluña le devuelva parte de su
patrimonio. La Academia Toledana ya se ha pronunciado también al respecto.
Caballeros y Damas invitados por Don Braulio en su despedida. 22.2.2020 |
Espero
como fiel cristiano que la Santa Sede, como dice nuestro arzobispo, don
Francisco Cerro Chaves, que es quien tiene la última palabra, no se coaligue
con la política para llevar el Evangelio de Cristo, queremos y deseamos que
este Santuario, esta Basílica y esta Parroquia siguán siendo la CASA COMUN de
la Madre de Dios para los extremeños, los andaluces, los castellanos, los gallegos, los valencianos, portugueses e
iberoamericanos, tal como lo recogen sus nueve códices de milagros, sus
peregrinaciones constantes, su fiesta mayor, 8 de septiembre y su fiesta de la
Hispanidad, 12 de octubre.
Bibliografía:
AA. VV. Guadalupe, siete
siglos de fe y de cultura. Ediciones Guadalupe, 1993.
ÁLVAREZ ÁLVAREZ, Arturo. La
Virgen de Guadalupe en el Mundo. Madrid, 2000.
ARÉVALO SÁNCHEZ, Antonio. Guadalupe,
siglo XX [El primer siglo franciscano]. Sevilla 2004.
AA. VV.. Raíces de
Guadalupe. Cáceres, 2015.
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