LA NAVIDAD EN GUADALUPE, EL PUEBLO MÁS BONITO Y BUENO DE ESPAÑA, 2017

La condición de Santuario mariano de Guadalupe y su peculiaridad de Monasterio de la Orden de San Jerónimo han sido, sin lugar a dudas, un acicate importante para que la iconografía del misterio del Nacimiento del Salvador se plasmara en cada una de las manifestaciones artísticas que conforman este Patrimonio de la Humanidad.
Tríptico de la Adoración de los Magos, atribuido a Adrián Isembram

Siguiendo a San Agustín no debemos olvidar que el arte de los templos era entonces la Biblia de los iletrados, de tal suerte, que una de las primeras mariofanías que el peregrino visualizaba nada más llegar a Guadalupe, eran las puertas de bronce del Santuario, obra de Paulus de Colonia, siglo XV, en las que se desarrolla un magnífico programa iconográfico sobre la vida y glorificación de María, como “Puerta para la Salvación: Yo soy la puerta de las ovejas…Yo soy la puerta; el que por mí entrare se salvará”.

Por este motivo, el gótico presenta y enmarca debajo de las arquivoltas de la fachada del Santuario a María, como la Nueva Eva, Madre de Dios, corredentora y reina del cielo.

La puerta de la izquierda, simbólicamente la del lado del Evangelio, está dedicada casi al completo al tempus natalitium: Anunciación, Nacimiento de Jesús, Anuncio a los pastores, Epifanía o Adoración de los Reyes Magos, Presentación de Jesús en el templo y Huida a Egipto, mientras que la de la derecha representa la glorificación de María como verdadera Reina del cielo.

Fachada del Real Santuario con sus puertas de bronce, iluminada por Ferrero Rocher
Este mismo programa iconográfico de la infancia de Jesús y de la glorificación de Jesucristo y de su querida Madre se repite en el Templo (cuerpo de Cristo),  especialmente en el Retablo Mayor de la Basílica con dos ciclos de pinturas del siglo XVII, netamente clasicista; las del lado del Evangelio, simbólicamente el de la Madre de Cristo, son obras de Vicente Carducho: Anunciación, Adoración de los Pastores y Adoración de los Reyes Magos y las del lado de la Epístola, son de Eugenio Cajés: Resurrección, Pentecostés y Anunciación.

Aunque los jerónimos conscientes de ese Lucero que brilla tanto de noche como de día sobre las sierras de las Villuercas, quisieron levantar en 1686 el Sancta Sanctorum de esta Casa, “ya que todo es poco para el culto que se merece tan prodigiosa Reina, y Emperatriz del Cielo y Tierra”. Se trata del suntuoso y novedoso Camarín, obra barroca madrileña, donde luce por igual lo primoroso, simbólico y alegórico, en el que también se desarrolla un programa iconográfico completo, de exaltación de la vida de la Virgen María, con nueve lienzos del napolitano Luca Giordano, pintados en 1697 por mandato del Rey Carlos II: Anuncio del Nacimiento de la Virgen, Nacimiento de Nuestra Señora, Presentación en el Templo, Desposorios de la Virgen y San José, Visitación, Huida a Egipto, Familia de Nazaret y Asunción de la Virgen.

También en el actual Museo de Pinturas y Esculturas Antiguas se exhiben varias obras referentes al tempus natalitium, concretamente: Dos espléndidos Nacimientos de Cristo, siglo XVI, de Juan Correa; la Adoración de los Magos y Anunciación de María, famoso tríptico de finales del siglo XVI, por tener representado los rostros de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, obra atribuida a Adrián Isembram y un pequeño grupo escultórico del Nacimiento de Cristo, siglo XVII, de estilo barroco y escuela napolitana.

El esmero y pulcritud con el que se desarrollaba la liturgia en el monasterio obligó igualmente a la Comunidad jerónima a instituir su propio taller de bordaduría, activo desde el siglo XV hasta el siglo XIX, en el que se confeccionaron suntuosos brocados y ornamentos sagrados por monjes y seglares con inigualable maestría, destinados principalmente al culto, siendo en la actualidad una de las más ricas colecciones suntuarias de la Iglesia. También varias piezas de esta rica colección contienen programas iconográficos del tempus natalitium, como el famoso Frontal Rico, llamado de la Asunción, obra del bordador jerónimo fray Diego de Toledo (1483-1495), de estilo gótico con ciertos influjos del arte neerlandés con siete escenas: Anunciación de María, Nacimiento de Cristo, Epifanía del Señor, Asunción de Nuestra Señora, Resurrección de Cristo, Venida del Espíritu Santo. El Frontal de Enrique IV, obra gótico-flamenca del siglo XV, dedicada a enaltecer la figura de María, con varias representaciones: Desposorios de María y José, Nacimiento de Cristo y Presentación de Jesús en el Templo. La Manga de Cruz, pieza única del bordado guadalupense, llamado vulgarmente “Trapo Viejo”, del maestro bordador Pero López, en cuyo basamento circular se desarrollan cinco maravillosas escenas renacentistas: Epifanía del Señor, Nacimiento de Cristo, Circuncisión de Jesús, Asunción de María y Adoración de los Magos, todo un canto de alabanza  a María, “tan sutil que parece lo hicieron los ángeles”.
Arco de Sevilla

Y por último, aunque dentro de la colección de bordados hay algunas piezas que tienen algún motivo de Navidad, queremos hacer mención del Frontal de San Jerónimo, bordado por fray Francisco de Sigüenza en la primera mitad del siglo XVII, donde se mezclan las líneas renacentistas con modelos netamente barrocos, aunque las cartelas de las imágenes fueron traídas desde Toledo, como consta en las cuentas de la Sacristía de los años 1628 y 1629, dedicado en esta ocasión, a María y San Jerónimo, padre y doctor de la Iglesia, con los siguientes motivos o escenas, exuberantes y perfectas en su ejecución: Abrazo de San Joaquín y Santa Ana, en la Puerta Dorada, Natividad de María, Visitación de María a Santa Isabel, Nacimiento de Cristo, Anunciación de María, Asunción de María a los cielos y la cartela central representa a San Jerónimo, doctor de la Iglesia.

Otra faceta en la que destacó la Orden de San Jerónimo en Guadalupe, fue en la creación y desarrollo de su propio Scriptorium que comenzó a funcionar a mediados de siglo XV hasta el siglo XVIII, con el único fin de iluminar sus libros corales para la alabanza del Oficio Divino en el coro y en las celebraciones de la misa conventual diaria y otras acciones litúrgicas en los que el tiempo de Navidad queda perfectamente recogido en los oficios y misas con sus respectivas notas musicales con las viñetas y orlas que los ilustran.

La Natividad: arte, religiosidad y tradiciones populares / coord. por Francisco Javier Campos y Fernández de Sevilla, 2009, ISBN 978-84-89788-77-0, págs. 409-432
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