Desde que Septo Julio Africano, Eusebio,
Penodoro y Amiano (s. III-V) escribieron sus propias crónicas, conocidas como
el Cronicón Paschale, los que mayor
empuje y desarrollo imprimieron a este peculiar género literario, fueron los
monjes, que a pesar de la concesión y la falta de crítica, prestaron un
importante servicio a la historia de los
pueblos, más con la aparición de las órdenes mendicantes, las cruzadas y la
irrupción de las lenguas vulgares, dejaron grabadas en ellas una profunda
huella, incluyendo nuevas tradiciones y leyendas con el único fin de ennoblecer
el origen de cada lugar o institución.
La literatura española es quizás la más rica
en este género de obras históricas, buen ejemplo de ello es la España Sagrada, del P. Enrique Flores,
donde se contienen un gran número de cronicones: Idacio, Melito, San Isidoro, Aldefonsi, o la propia Crónica General de Alfonso X El Sabio.
Guadalupe, no fue ajeno a este desarrollo
literario y su hecho milagroso se recogerá por primera vez, de forma sucinta,
en la Gran Crónica de Alfonso XI (1344).
Con posterioridad, los propios monjes jerónimos, elaboran sus propios
cronicones: Crónica Vieja del Monasterio
de Guadalupe, del P. Fray Alonso de la Rambla (+1488), recientemente
publicada por fray Antonio Arévalo Sánchez, con motivo del Año Santo
Guadalupense; Écija, Talavera, Orche, San
José, Rubio, Villacampa, Acemel, Álvarez,
fueron algunos de los cronistas e historiadores que la Real Casa de Guadalupe
tuvo como testigos de los tiempos.
El pasado 20 de Junio del presente año 2017,
el Ayuntamiento de Guadalupe se reunió en Pleno ordinario, para tratar entre
otros asuntos, el nombramiento de Cronista
Oficial de la Puebla y Villa de Guadalupe, que a propuesta de la Alcaldía y
de la Asociación de Cronistas Oficiales de Extremadura, fueron nombrados por
unanimidad, Don Antonio Ramiro Chico y Doña Elisa Rovira López, naturales de
Guadalupe y de Alía, respectivamente, ambos historiadores con amplio bagaje,
publicaciones y servicio a la Puebla y a su Real Santuario.
Difícil superar el listón dejado por sus
anteriores Cronistas Oficiales de la Puebla y Villa de Guadalupe: Don Nicolás Sánchez Prieto (1981-1983),
guadalupense, sacerdote, terciario franciscano, Caballero, periodista,
escritor, pero sobre todo poeta de fina inspiración y castizo lenguaje, cuyos
versos brotaban de su ser guadalupense, henchido de amor hacia Nuestra Señora,
hacia su pueblo, sus gentes, su flora y sus piedras milenarias, como esos Rosetones, por cuyos ojos vimos brotar
su herida de amor, hecho testamento, y Fray
Sebastián García Rodríguez O.F.M. (1991-2014), campanariense, sacerdote
franciscano, escritor y doctor en Derecho canónico, éste gran humanista de
verbo ágil y fluido, ha mostrado al mundo con numerosas publicaciones (más de
331.500 ejemplares), congresos, conferencias y exposiciones los tesoros del
Real Monasterio y Puebla de Guadalupe, de La Rábida, de la Orden Franciscana,
tanto en su vertiente extremeña como americana, cuya personalidad y huella
franciscana ha quedado para siempre grabada en el corazón de los guadalupenses.
Testigo, que con humildad y servicio
recogemos de ellos, así como de aquellos otros que con sabiduría, igual entrega
y generosidad batieron sobre el memorial de la vida los hechos y
acontecimientos que gastaron sus propios días para que quedase en memoria
perdurable. Por ello, a los ya mencionados, me gustaría sumar como cronistas de
Guadalupe: Federico González Plaza, Ángel
Marina López, Carlos Cordero Barroso y Juan José Rodríguez Gamino, sin
olvidar a cada uno de los directores de la Revista Guadalupe que de igual forma
elaboraron crónicas y historias para el Corpus
Bibliográfico Guadalupense, quizás uno de los más extensos y ricos de la
cultura extremeña y nacional.
Santiago Castelo, Carlos Cordero, Elisa Rovira y Antonio Ramiro. Almendralejo en el Día del Bibliófilo. |
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