TOMA DE POSESIÓN CRONISTAS DE GUADALUPE

Ilustrísimo Sr. Alcalde y señores concejales, Ilustrísimo don Antonio Ventura Díaz, ex-vicepresidente de la Junta de Extremadura, estimados y reconocidos cronistas de la Asociación de Extremadura y de España, queridos familiares, vecinos y amigos, que habéis querido acompañarnos esta noche a Elisa Rovira y a mí,  en nuestra toma de posesión como Cronistas Oficiales de la Puebla y Villa de Guadalupe.

En primer lugar, he de manifestar mi más profundo agradecimiento a todos los que han contribuido a este nombramiento de Cronista Oficial de la Puebla y Villa de Guadalupe, elegido por unanimidad el día 20 de junio de 2017 y de forma especial, a Felipe Sánchez Barba, alcalde de Guadalupe, quien propuso nuestros nombres y  a cada uno de los concejales que depositaron su voto y confianza, así como a la Asociación de Cronistas Oficiales de Extremadura, en la persona de su presidente, Manuel Hurtado Fadrique y algunos otros de sus respetables miembros: Víctor Guerrero Cabanillas, Esteban Sánchez Cortijo y Bartolomé Díaz Díaz, que sabedores de lo que luce la Puebla y Villa de Guadalupe, nunca mejor dicho, en la historia de Extremadura y de España, no cejaron de votar por esta plaza que permanecía vacante desde el año 2014, debido al fallecimiento de su anterior y siempre recordado cronista e historiador fray Sebastián García, ese gran humanista que supo mejor que nadie encarnar el ser guadalupense.

Antonio Ramiro y Elisa Rovira
Igualmente he de reconocer, la gran satisfacción que me produjo cuando nuestro Alcalde me comunicó que dicho nombramiento era compartido con Elisa Rovira López, historiadora, compañera y amiga, desde hace 35 años, con la que me une una estrecha amistad y muchas horas de trabajo en la Biblioteca y Archivo del Real Monasterio de Guadalupe, generosa siempre con su saber y buen hacer.

Permítanme también, en esta noche tan especial para mí, por todo lo que significa este nombramiento, que tenga unas palabras de recuerdo y gratitud sincera para aquellos que cincelaron mi persona.

En primer lugar, a mis padres: Juan y Felipa, que me dieron la vida, así como la esencia de los valores que cimienta toda obra humana y de manera significativa a mi madre, que desde mi infancia me enseñó el camino de la fe, don divino, que a lo largo de mi vida he tratado de cimentar y trasmitir.

A mi hermano Juan José, que puso a mi disposición los medios técnicos para poder desplazarme hasta el Centro Regional de la UNED en Mérida.

A mí querida esposa María Isabel, mi alma gemela y mi principal apoyo, que supo sacrificar sus posibilidades profesionales por nuestra familia, hoy altamente recompensada por nuestros tres hijos y su trabajo cualificado.  

No sé si por destino o providencia hace 35 años se cruzó en mi camino fray Antonio Arévalo Sánchez, quien me abrió las puertas del Real Monasterio como aprendiz de oficina para hacerme cargo de la secretaría y administración de la Revista Guadalupe, la más decana de las publicaciones extremeñas, en la que me he diplomado a lo largo de estos años como cronista, diseñador y articulista.

A Juan José Rodríguez Gamino, secretario de la Hermandad  Sindical  de esta Puebla de vocación periodista, que durante más de cuarenta años (1942-1988) ejerció de cronista en las revistas Guadalupe, con su sección “El Pulso al Pueblo”; Altamira( de la que llegó a ser director) e Iris de Paz, compaginando al mismo tiempo las corresponsalías del Diario Hoy y de la Agencia EFE. En 1988 con motivo de su jubilación quiso depositar en mí su legado cultural, haciéndome depositario de sus corresponsalías y de esta forma, su ventana abierta al mundo siguiera trasmitiendo esa fe e historia que nuestros mayores nos legaron. Cátedra que durante 20 años he ejercido con lealtad y servicio a nuestra Puebla y su Real Monasterio.

A don  Nicolás Sánchez Prieto, el primer espejo donde me miré, quizás por su cercanía, también de la calle Logroño, Caballero de la Virgen, sacerdote, Cronista Oficial de la Puebla y Villa (1981-1983), pero sobre todo poeta de fina inspiración y castizo lenguaje, henchido de amor hacia Nuestra Señora, hacia su pueblo, sus gentes, su flora y sus piedras milenarias, como esos Rosetones, por cuyos ojos vimos brotar su herida de amor, hecha testamento.
Antonio Ventura, Felipe Sánchez, Francisco Javier Timón, Antonio Ramiro, Elisa Rovira, Manuel García, Soledad López-Lago Romero y María Guadalupe Rodríguez Cerezo.

Pero sobre todo me satisface enormemente, seguir la huellas del que durante 32 años ha sido mi “padre”, mi maestro, mi compañero, fray Sebastián García, bibliotecario, archivero, director de la revista, cronista (1991-2014) e hijo Adoptivo de esta Puebla de Guadalupe, de trato sencillo y cercano, generoso en el conocimiento, cuya máxima fue siempre “enseñad  a todas las gentes”, alimentando así mis deseos de superación con las herramientas de su propio escritorio, sabiendo encauzar las aguas de mi venero, que unido al esfuerzo y sacrificio, floreció en el 2003 con la licenciatura de Geografía e Historia por la UNED.

En 1923 el  Dr. Pantomiro, seudónimo de fray Benito Pérez Pérez, describía en la revista Guadalupe, el carácter singular de nuestro pueblo: “Cosmopolita y poético, que parece haber concretado en sí todas las gallardías y noblezas de la nación española, siendo andaluz por su nativa gracia, donaire, precocidad; castellano, por lo caballeroso e hidalgo; catalán por su mal reprimido orgullo y defensor de las glorias de su pueblo; galaico, por lo fino y dúctil de su ingenio; y al fin, extremeño, con su tinte de bravura y nobleza”.

Singular ciertamente, porque como pueblo peregrino se configuró entorno a Nuestra Señora y su santuario en un entorno natural único y privilegiado, Patrimonio de la UNESCO, donde los aires morenos bajan desde Villuercas, Altamira y Picoagudo.

Cosmopolita, lo rubrican las partidas de bautismo o los Milagros de Nuestra Señora, que guardan cada una de las gallardías y noblezas que componen nuestro rico y variado árbol genealógico.

Poético, ante tal emporio de arte, declarado Monumento Histórico Nacional y Patrimonio de la Humanidad que musa no se resiste a desplegar su lira: “se quejan, al abrirlas, /lo mismo que se queja/ la madera, al  dejar de ser verde/ y ser eterna.. (Nicolás Sánchez Prieto).

Ser guadalupense supone además participar de los hechos históricos que jalonan nuestra historia como nación, en la reconquista y unidad de España, con Alfonso XI, nuestro fundador, en la batalla del  Salado, que tanta sal nos reportó; con los Católicos Reyes que cimentaron la unidad de España el 2 de enero de 1492 con la argamasa de este templo, su paraíso.
En el descubrimiento y evangelización de Nuevo Mundo un topónimo floreció, Guadalupe, desde el Gran Cañón del Colorado  hasta la Pampa Argentina, desde el Atlántico al Pacifico, su nombre es invocado como el más universal que tiene la Madre de Dios.

Pero esta impregnación de la ciencia de Herodoto no eclipsa el compromiso de nuestro sentir más profundo, aquel que escuchó por primera vez el propio vaquero Gil Cordero: “No temas que soy la Madre de Dios…” Desde ese mismo instante nos inoculó a todos los guadalupenses como servidores de su santa Casa y Puebla.

Así lo dibujó en la Sacristía nuestro más singular pintor, Francisco de Zurbarán, en ese decálogo de vida, que  todos alguna vez hemos sentido en propias carnes, desde la humildad del padre Yáñez, rehusando el birrete arzobispal, la caridad de fray Martín de Vizcaya saciando a los más necesitados o las dudas existenciales del  padre Cabañuelas que igual que Tomás dudó del cuerpo de Cristo y entonces su sangre cristalizó en esos corporales, como símbolo de vida eterna.

Aunque como diría nuestro siempre recordado y amigo Francisco Tejada Vizuete, el dulce desvarío de mi sueño y de la mayoría de los guadalupenses se inicia peldaño a peldaño, donde el jaspe se pule con las pisadas de los peregrinos, santos y reyes, donde la oración calla al silencio y la plegaria nace de lo más profundo del alma humana.

Qué dicha la nuestra, guadalupenses de nacencia o corazón, poder adentrarnos en esa ciudad amurallada, Sancto Sanctorum de la Casa de Nazaret y arribar en esa nave para contemplar a la mismísima Aurora, bella como la luna, resplandeciente como el sol, cuyo vástago nacerá de esa vara florecida de la raíz de Jesse, de esa vid que como uva prensada dará el vino nuevo, oloroso como el cinamomo, alto, recto y sólido como el cedro y el ciprés, en cuyo huerto cerrado  florecen los lirios y el terebinto, el olivo y la palmera, el granado y las rosas, bajo ese rostro moreno que nos predispone al servicio desinteresado y generoso.

Esa predisposición es la que yo esta noche quiero abrazar aquí ante vosotros por este nombramiento totalmente inmerecido. Como cronista e hijo de Guadalupe seguiré contribuyendo a divulgar este nombre, esta fe, esta historia, siete veces centenaria, como hasta ahora lo he hecho con todos los medios que he tenido a mi alcance: Ediciones Guadalupe, la Real Asociación de Caballeros, conferencias, publicaciones como “Raíces de Guadalupe.

Cuarteto Guadiana, que actuó en el acto de presentación.

Por este motivo la Puebla cuenta desde ayer con una ventana más abierta al mundo: “Guadalupe, el rincón del cronista”, donde iremos dando cuenta de nuestros trabajos. Por cierto, el último “Los incunables de Guadalupe, el saqueo de un patrimonio” tendríais que tenerle hoy entre vuestras manos, bajo el patrocinio del Ayuntamiento y la Diputación Provincial de Cáceres, pero como todos estamos implicados en que nuestro pueblo luzca entre los más bonitos de España, con o sin Ferrero Rocher, no ha sido posible llevar a cabo su encuadernación hasta la semana que viene.

Todo sea por ello Sr.Alcalde, habrá que seguir votando: luce tu pueblo.

A. R.

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