V CENTENARIO DE LA PRIMERA VISITA DE CARLOS V A GUADALUPE (1525)

Antonio Ramiro Chico,

Cronista Oficial de la Puebla y Villa de Guadalupe.

 

Retrato de Carlos V sentado en una de sus estancias reales. Atribuido a Tiziano. Munich.


El pasado 11 de abril, hace 500 años (1525-2025), Guadalupe recibía al Emperador Carlos V de Alemania y I de España, quien peregrinó hasta este Real Santuario, en plena Semana Santa, para dar gracias a la Virgen de Guadalupe por la victoria de Pavía, en la que franceses y españoles se enfrentaron por el ducado de Milán. Una de las mayores victorias de España, que supuso que nuestra nación impusiera sus dominios sobre parte de Italia.

El primer contacto que Carlos V tuvo con Guadalupe, fue a la muerte de su abuelo, el rey Fernando el Católico (1516), cuando estaba en juego la Corona de España, de ahí que enviara a la Santa Casa a su preceptor Adriano de Utrech, quien ocuparía después la silla de Pedro, como 218 Papa de la Iglesia Católica, con el nombre de Adriano VI.

A partir de este momento, Carlos V establecerá una gran relación con Guadalupe y la Orden Jerónima, tal como se refleja  en la correspondencia que se conserva en el Archivo Histórico de Real Monasterio con más 40 documentos suyos originales, así como su retiro en el Monasterio Jerónimo de Yuste.

Procedente de Madrid, Carlos I se dirigió a Guadalupe por Móstoles, Talavera y Villar del Pedroso. El día 11 de abril su Cesárea Majestad llegó al Hospital del Obispo, donde comió. A continuación, se puso en marcha y después de recorrer los 16 kilómetros que separan el hospital del monasterio llegó a él a la hora de cenar de ese mismo día.

                                        Batalla de Pavía. Tapiz de Bernaert Orley. Siglo XVI

Su estancia de siete días coincidió con la celebración de la Semana Santa de 1525, participando así de los solemnes oficios litúrgicos, organizados por la Comunidad Jerónima de Guadalupe. Durante esta visita, Carlos V concedió al monasterio varias gracias, como la de la explotación de minas de hierro y cobre existentes cerca del “Arca del Agua” en la falda de las Villuercas, donde el monasterio levantó varias herrerías.

Igualmente, trató con la Comunidad sobre el proyecto de un nuevo retablo para el altar mayor, cuya traza mandó elaborar días después al afamado escultor Juan de Borgoña.

El día 18 de abril Su Majestad, después de su estancia en la Hospedería Real de Guadalupe, levantada en honor a sus abuelos, los Reyes Católicos, por la conquista de Granada, partió hacia Toledo por la ruta de Navalvillar de Ibor, Oropesa, Talavera y Torrijos, llegando a la ciudad imperial el 27 de abril.

Los jerónimos, atendiendo a los deseos del César, le concedieron la Carta de Hermandad, que le enviaron a Toledo el 21 de abril, junto con la traza del retablo, aunque éste no se pudo llevar a cabo por los apuros pecuniarios suyos y de su hijo Felipe II. No sería hasta el reinado de Felipe III, cuando se inauguraría el nuevo retablo, en 1618.

El Monasterio de Guadalupe, además, socorrió a su Cesárea Majestad en 1528 tras el revés de Orán con 2.000 ducados y la aplicación de 54 misas cada año por él. En 1555 Carlos V, aquejado de gota y cansado de la vida, decidió retirarse a Yuste, donde el prior del Real Monasterio de Guadalupe le visitaba cada mes, llevándole cierto presente: “porque a su Cesárea Majestad gustaba de los carneros que se cebaban en esta Casa, tuvo el cuidado de enviarle todas las semanas el número competente para que no le faltara este regalo”[1].

          Por la estrecha relación que mantuvo, tanto el Emperador, Carlos V como la Emperatriz, Isabel de Portugal, bien merecería la pena de que en el Monasterio hubiera alguna efigie que recordara, tanto a los peregrinos y visitantes como a la propia historia, la presencia de dichas Majestades, como existe con otros miembros de la Familia Real española.



[1] ÁLVAREZ ÁLVAREZ, Arturo. Cien personajes en Guadalupe. Madrid, 1995, pp. 65-68.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario